Carlos Páez Vilaró (Montevideo, 1 de noviembre de 1923)
pintor uruguayo.
Durante su juventud residió en Buenos Aires donde se desarrolló como artista gráfico.
Posteriormente, cuando regresó a Montevideo se vinculó a la temática del candombe y la comparsa afro-oriental, desarrollando gran parte de su obra pictórica en relación a éstos temas.
En la década de 1960 comenzó con la construcción de Casapueblo, un hotel y museo taller ubicado en Punta Ballena, a 15 minutos de Punta del Este, que en la actualidad es el principal centro turístico de la zona.
Su trabajo principal se basa en la pintura, pero también desarrolla la arquitectura, la cerámica, escritura, escultura, arte mural y candombe.
Luego de viajar por el mundo (y trabajar en estos lugares), se radico en su taller Casapueblo, luego considerado patrimonio nacional .
Tiene varios hijos, Alejandro Chocolondro Petrocacio Páez es uno de ellos. Una reconocida figura en la sociedad de Punta del Este. Carlitos Páez es el mayor, y es especialmente conocido por ser uno de los 16 sobrevivientes al accidente del avión Fairchild 571 en plena cordillera de los Andes en 1972, suceso conocido como el milagro de los Andes.
Su Pintura
La pintura de Carlos Páez Vilaró es una mezcla de los paisajes y las distintas culturas que ha conocido a través de sus viajes y aventuras por el mundo; plasmados en cartones, paredes, murallas, piscinas, aviones... descubriendo su único estilo entre el cubismo y los muchos otros movimientos artísticos influyentes en su obra.
En sus comienzos en la década de los 40, el folclor de su país fue el tema que lo inspiró, al igual que la obra de su compatriota Pedro Figari. Sus cuadros representaban pericones, caballadas, yerras y escenas camperas. Sin embargo, durante su vida conoció importantes mestros de todo el mundo como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Giorgio de Chirico, Jean Cocteau, Jean Cassou, Alexander Calder, Andy Warhol, entre otros, que han influenciado e impulsado su obra durante sus inicios fuera de su país natal, Uruguay. Finalmente la temática que aborda su producción está centrada en la vida del negro uruguayo, en su carnaval, el candombe, los velorios, sus comparsas, casamientos y lavanderas.
Ha expuesto sus obras en museos y galerías del mundo entero, conquistando la admiración de grandes críticos del arte y otros artístas, por su brillante capacidad de producción, sin dejar de lado la cantidad de obstáculos con los que se ha enfrentado en su paso por el mundo. Actualmente sus obras se exponen en el Museo-Taller de Casapueblo, entidad cultural fundada y construida por las manos del propio maestro, enclavada en los acantilados que miran al mar en Punta Ballena, Uruguay.
El accidente de los Andes para Carlos Páez Vilaró
El 12 de octubre de 1972, su hijo Carlos Miguel sufrió un accidente en los Andes. El avión, sorprendido por una tempestad, perdió contacto radial y cayó en la cordillera de los Andes. Carlitos Miguel era uno de los miembros del equipo uruguayo de Rugby del colegio Old Christians, de Montevideo, que viajaba junto a algunos familiares a jugar un partido en Chile.
Apenas el artista supo de la noticia se trasladó de inmediato al lugar de la tragedia y se sumó al operativo de búsqueda y rescate. A pesar de que después de 8 días sin novedades, la búsqueda llegó a su fin, Carlos Páez no se dio por vencido y organizó él mismo expediciones, viajes, reclutó voluntarios, consultó videntes, contactó ayuda y se internó sin temor en la cordillera en la búsqueda desesperada por su hijo. Hizo oidos sordos a quienes le decían que aceptara la muerte de su hijo, buscó, fue pueblo por pueblo, contactando a sus amigos de todo el mundo y generando nuevos amigos en cada paso que daba, llevó la noticia de la búsqueda a todos los rincones del lugar, entre baqueanos y exploradores. La gente le conocía como "el padre loco, que busca al cabro perdido".
Finalmente, luego de tres meses del accidente fueron hallados 16 sobrevivientes de la tragedia, entre ellos se encontraba Carlos Miguel.
El artista redactó unas notas a modo de diario que hoy está editado con el nombre de "Entre mi hijo y yo , la luna", una sobrecogedora narración de lo que significó en su vida todos aquellos momentos.
Durante su juventud residió en Buenos Aires donde se desarrolló como artista gráfico.
Posteriormente, cuando regresó a Montevideo se vinculó a la temática del candombe y la comparsa afro-oriental, desarrollando gran parte de su obra pictórica en relación a éstos temas.
En la década de 1960 comenzó con la construcción de Casapueblo, un hotel y museo taller ubicado en Punta Ballena, a 15 minutos de Punta del Este, que en la actualidad es el principal centro turístico de la zona.
Su trabajo principal se basa en la pintura, pero también desarrolla la arquitectura, la cerámica, escritura, escultura, arte mural y candombe.
Luego de viajar por el mundo (y trabajar en estos lugares), se radico en su taller Casapueblo, luego considerado patrimonio nacional .
Tiene varios hijos, Alejandro Chocolondro Petrocacio Páez es uno de ellos. Una reconocida figura en la sociedad de Punta del Este. Carlitos Páez es el mayor, y es especialmente conocido por ser uno de los 16 sobrevivientes al accidente del avión Fairchild 571 en plena cordillera de los Andes en 1972, suceso conocido como el milagro de los Andes.
Su Pintura
La pintura de Carlos Páez Vilaró es una mezcla de los paisajes y las distintas culturas que ha conocido a través de sus viajes y aventuras por el mundo; plasmados en cartones, paredes, murallas, piscinas, aviones... descubriendo su único estilo entre el cubismo y los muchos otros movimientos artísticos influyentes en su obra.
En sus comienzos en la década de los 40, el folclor de su país fue el tema que lo inspiró, al igual que la obra de su compatriota Pedro Figari. Sus cuadros representaban pericones, caballadas, yerras y escenas camperas. Sin embargo, durante su vida conoció importantes mestros de todo el mundo como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Giorgio de Chirico, Jean Cocteau, Jean Cassou, Alexander Calder, Andy Warhol, entre otros, que han influenciado e impulsado su obra durante sus inicios fuera de su país natal, Uruguay. Finalmente la temática que aborda su producción está centrada en la vida del negro uruguayo, en su carnaval, el candombe, los velorios, sus comparsas, casamientos y lavanderas.
Ha expuesto sus obras en museos y galerías del mundo entero, conquistando la admiración de grandes críticos del arte y otros artístas, por su brillante capacidad de producción, sin dejar de lado la cantidad de obstáculos con los que se ha enfrentado en su paso por el mundo. Actualmente sus obras se exponen en el Museo-Taller de Casapueblo, entidad cultural fundada y construida por las manos del propio maestro, enclavada en los acantilados que miran al mar en Punta Ballena, Uruguay.
El accidente de los Andes para Carlos Páez Vilaró
El 12 de octubre de 1972, su hijo Carlos Miguel sufrió un accidente en los Andes. El avión, sorprendido por una tempestad, perdió contacto radial y cayó en la cordillera de los Andes. Carlitos Miguel era uno de los miembros del equipo uruguayo de Rugby del colegio Old Christians, de Montevideo, que viajaba junto a algunos familiares a jugar un partido en Chile.
Apenas el artista supo de la noticia se trasladó de inmediato al lugar de la tragedia y se sumó al operativo de búsqueda y rescate. A pesar de que después de 8 días sin novedades, la búsqueda llegó a su fin, Carlos Páez no se dio por vencido y organizó él mismo expediciones, viajes, reclutó voluntarios, consultó videntes, contactó ayuda y se internó sin temor en la cordillera en la búsqueda desesperada por su hijo. Hizo oidos sordos a quienes le decían que aceptara la muerte de su hijo, buscó, fue pueblo por pueblo, contactando a sus amigos de todo el mundo y generando nuevos amigos en cada paso que daba, llevó la noticia de la búsqueda a todos los rincones del lugar, entre baqueanos y exploradores. La gente le conocía como "el padre loco, que busca al cabro perdido".
Finalmente, luego de tres meses del accidente fueron hallados 16 sobrevivientes de la tragedia, entre ellos se encontraba Carlos Miguel.
El artista redactó unas notas a modo de diario que hoy está editado con el nombre de "Entre mi hijo y yo , la luna", una sobrecogedora narración de lo que significó en su vida todos aquellos momentos.
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