jueves, 3 de octubre de 2013

Día del Patrimonio.

Foto: Eduardo Varela Arregui

Descripción.

La tradición argentina y uruguaya del tango, hoy conocida en el mundo entero, nació en la cuenca del Río de la Plata, entre las clases populares de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. En esta región, donde se mezclan los emigrantes europeos, los descendientes de esclavos africanos y los nativos (criollos), se produjo una amalgama de costumbres, creencias y ritos que se transformó en una identidad cultural específica. Entre las expresiones más características de esa identidad figuran la música, la danza y la poesía del tango que son, a la vez, una encarnación y un vector de la diversidad y del diálogo cultural. Practicado en las milongas –salas de baile típicas– de Buenos Aires y Montevideo, el tango ha difundido el espíritu de su comunidad por el mundo entero, adaptándose a nuevos entornos y al paso del tiempo. Esa comunidad comprende hoy músicos, bailarines profesionales y aficionados, coreógrafos, compositores, letristas y profesores que enseñan este arte y hacen descubrir los tesoros vivos nacionales que encarnan la cultura del tango. El tango también está presente en las celebraciones del patrimonio nacional, tanto en Argentina como en Uruguay, lo cual muestra el vasto alcance de esta música popular urbana.

Origen del Tango

El Tango se gesta en ambas márgenes del Río de la Plata entre 1850 y 1890. A principios del siglo XIX con su aceptación popular a nivel mundial la danza evoluciona hasta su forma actual.

Este baile que se originó en el puerto de Buenos Aires y rapidamente se extendió a los barrios del sur, como San Telmo, Monserrat y Pompeya, tuvo su crecimiento paralelo con el de la sociedad argentina, formada por inmigrantes europeos, que aportaron muchos de sus elementos.

Alrededor de 1860, entre los criollos y gauchos rioplatenses, marineros, indios, negros, y mulatos, se bailaba suelto músicas como valses, de origen austríaco y alpino; pasodoble y tango andalúz; zarzuela; bailes de origen escocés; habaneras, de origen cubano; polka; mazurcas, cuadrilla y milonga; teniendo como base el fandango y el candombe de los negros.
En esa época aún no existía el Tango como danza propiamente dicha.

El sonido del bandoneón (de origen alemán) se incorporó como algo imprescindible a pianos, guitarras criollas, contrabajos y violines.

En los barrios surgió el "tango arrabalero," aquel que bailaban en el arrabal, hombres y mujeres con los cuerpos fuertemente abrazados, y que escandalizó a la sociedad de la época.

 Condenado por la iglesia y prohibido por la policía por incitar al escándalo, fue asociado con la lujuria y la diversión "non sancta" junto a la bebida y el baile.

Su prohibición obligó a bailarlo en sitios ocultos hasta haber entrado en el siglo XIX, por eso su ambiente de nostálgica pasión.

Amparados en la oscuridad de la noche, guapos y arrabaleros deslizaban sus sentimientos en lo profundo de un verso, una melodía o bailaban abrazados a su ardiente compañera.

En ese entonces, solamente los estratos sociales humildes, los del suburbio, cultivaban esa danza. El Tango surgió en burdeles, rancherías y boliches.

Los prostíbulos lo fomentaban con la finalidad de aproximar los cuerpos masculinos y femeninos.

Era concebido como "vulgar" por los estratos mas conservadores, marginado socialmente por buscar la sensualidad y el placer.

La insólita fusión de lenguas, conocimientos y costumbres genera el fenómeno del tango y paralelamente un lenguaje, el lunfardo. 

 Esta manera de hablar tomaba palabras de algunos dialectos italianos, y de otras lenguas traidas por los inmigrantes, absorbidas y adaptadas al porteño.

Al principio era el lenguaje de los presos y los delicuentes, comunmente hablado por la gente del puerto. El lunfardo es al castellano lo que el cockney o el slang son para el inglés británico y al inglés americano.
 

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